Cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes. ¿Tú qué prefieres?
El ritual de preparar el baño. Sales, velas, tu libro favorito, tener un tiempo sólo para ti. O la rapidez de una ducha refrescante, cinco minutos y listo.
El baño y la ducha no son excluyentes. Depende del momento del día, de la época del año, del estado de ánimo. Ambos tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Según lo que elijas, la metodología de higiene es distinta, la temperatura y el gasto de agua, diferente.
Quizá por cuestiones prácticas y climáticas en países como España somos más proclives a la ducha. El clima influye en la transpiración y los olores, mientras que otros países de Europa, en los que no hace tanto calor, la población se divide casi a partes iguales entre el baño y la ducha.
La elección también depende del tiempo de que se disponga y del momento del día que dediques para el aseo. El baño es una de las mejores soluciones para dormir, ya que baja la tensión y la ducha es excelente para llenar el cuerpo de energía.
También depende del tamaño de tu cuarto de baño. En algunos casos, por este motivo, se ha decidido prescindir de la bañera y contar únicamente con la ducha.
El baño es mejor que la ducha para nuestra piel. Tenemos una capa de grasa llamada manto lipídico y que actúa como barrera natural contra infecciones que se ve agredida y no permite regenerarse correctamente. Sin embargo la ducha es un sistema más limpio que el baño en cuanto a la aparición de bacterias y hongos.
En cuanto al gasto de agua, dependerá de las veces que te duches y del número de baños. Por regla general gastamos unos 90 litros de agua en nuestra ducha diaria (aproximadamente de 5 minutos). Para llenar una bañera necesitarás aproximadamente unos 150 litros, aunque no se toma el mismo número de duchas semanales que baños.